Los suelos están compuestos por gran cantidad de microorganismos y nutrientes que garantizan su consideración como uno de los mayores reservorios de biodiversidad. Estos organismos del suelo desempeñan una función fundamental en la prestación de muchos servicios ecosistémicos. En la actualidad, el uso de microorganismos benéficos en la agricultura y el manejo de bosques naturales y plantados es primordial para la sostenibilidad de los ecosistemas. En correspondencia, se ha incrementado su uso, como es el caso de las bacterias promotoras de crecimiento vegetal, bacterias fijadoras de nitrógeno, los microorganismos solubilizadores de fosfato y los hongos formadores de micorrizas arbusculares.

Por lo anterior, es importante entender la microbiota del suelo, teniendo claro que todos los microorganismos que allí habitan, realizan una serie de funciones imprescindibles para mantener la productividad, diversidad y estructura de las comunidades vegetales. Entre los organismos más abundantes y existentes en el suelo, encontramos las micorrizas, que es el término utilizado para describir globalmente toda una serie de estructuras formadas por asociaciones que se establecen entre varios géneros de hongos del suelo y las raíces de la mayoría de las plantas vasculares, e incluso algunas plantas no vasculares (Abate y Müller, 2016).

En este caso se resalta que las micorrizas son parte integral del suelo y destacan las endomicorrizas o micorrizas arbusculares, muy comunes en la naturaleza, estando en la mayoría de los suelos y asociadas al 90% de las plantas de la tierra. En los últimos años se ha evidenciado que estos juegan un papel crucial en los procesos ecológicos y los ciclos biogeoquímicos de los ecosistemas terrestres (Romero, 2015).

En esta asociación planta-hongo (simbiótica mutualista), las plantas le proporcionan a los hongos carbohidratos (azúcares), producto de la fotosíntesis y un micro hábitat para completar su ciclo de vida; mientras que los hongos les permiten a las plantas incrementar su capacidad de absorber agua y nutrientes minerales esenciales, fortalecen sus mecanismos de defensas contra organismos patógenos e insectos, incremento de la resistencia a la sequía, salinidad, metales pesados, contaminación y deficiencia de nutrimentos minerales, contribuyendo así a favorecer el crecimiento de las plantas y a reducir el requerimiento de aplicación de fertilizantes.

Así, tenemos que las micorrizas arbusculares se constituyen como un valioso recurso natural involucrado en numerosos servicios ecosistémicos y beneficios al productor, jugando un papel crucial para hacer frente a diversos problemas ambientales. Bondades que hacen que las plantas micorrizadas sean de gran importancia para las prácticas sostenibles agrícolas, forestales, agroforestales, agrosilvopastoriles y en los programas de restauración ambiental.

En este contexto, el uso de las micorrizas arbusculares podría ser una herramienta útil y de gran importancia económica para acercarnos a una agricultura y gestión forestal sustentable. Debido a ello, se presenta esta guía que contribuye a informar y promover sobre las micorrizas arbusculares (MA), su importancia para la producción agrícola y forestal, el potencial que éstas ofrecen y su uso práctico, los beneficios para las plantas y aspectos claves sobre su crecimiento, desarrollo y fitosanidad.

Cita:

FAO y MINEC. (2023). Uso de micorrizas y sus beneficios – Guía técnica. Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura y el Ministerio del Poder Popular para el Ecosocialismo. https://doi.org/10.4060/cc3969es

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